jueves, 20 de septiembre de 2018

El Camino... la mejor versión de tí mismo


De vuelta ya de vacaciones, hoy no vengo a hablaros de pintura ni de costura, ni de ninguno de los temas que suelo compartir en el Blog… pero sí de algo que puede ayudar a ser más feliz y que es una de las experiencias más bonitas que he vivido… El Camino de Santiago.
La ruta de peregrinación más famosa de la historia…
 
En 2016 hicimos, con  unos de nuestros mejores amigos, el tramo desde Sarria del Camino Francés. Nunca me había planteado hacerlo, a pesar de tener gente muy cercana enamorada del Camino.
Me parecía un rollo pasarme una semana de mis vacaciones andando con una mochila a la espalda… Pero a raíz de unas circunstancias especiales, decidimos hacerlo... Y nos atrapó.






Volvimos a casa soñando con volver… y hemos vuelto!!
 Esta vez hemos recorrido el Camino Portugués, que une Lisboa con Santiago, el tramo desde su entrada en España por la fronteriza ciudad de Tui. Y esta vez nos ha conquistado para siempre.
Podría contaros las etapas que hemos recorrido, los alojamientos, lo bien que se come en esa tierra e incluso daros consejos para antes de empezar… pero eso podéis encontrarlo en muchas webs que son estupendas y mucho más expertas… yo prefiero hablaros de lo que es para mí la esencia del Camino.
Hay tantos motivos como peregrinos para hacerlo: fe, deporte, conocer gente, olvidar problemas e incluso, casualidad… Y parece algo, en apariencia, sin demasiada importancia…
Te trasladas al punto de partida, preparas una mochila, le cuelgas una concha de vieira que te identifica como peregrino, madrugas y empiezas a caminar…


Y caminas por la misma ruta que llevan siglos pisando los peregrinos… te adentras en los bosques gallegos y te envuelve el olor a eucalipto y a tierra mojada. Y empiezas a mirar cara a cara a la paz que allí reina, y te va empapando…

Poco a poco, etapa a etapa, ese yo interior va saliendo del rincón donde estaba atrapado por las prisas, el exceso de consumo, de responsabilidades y de exigencias personales.
Tomas conciencia de tu vida como si estuvieras volando sobre ella, a vista de pájaro. Y te planteas cuestiones o decisiones que desde dentro es imposible tomar... Como si ya no fueras parte implicada,  como si fuera la vida de otro y le estuvieras dando un consejo de amigo.





Y pasas caminando por aldeas, de gente de vida sencilla. Gente humilde que en su huerto y su pequeño remolque te sonríe y saluda “Buen Camino”. O te dicen que no queda tanto, que tengas cuidado, porque hoy hará calor…
Y se te hace un nudo en la garganta, porque ahora para ellos eres alguien de la casa, un peregrino a Compostela. Casi nada.
La transformación interior que se produce en el Camino  sólo la entiende el que lo ha recorrido.
Allí encuentras personas buenas, de las que parece que ya no quedan en este mundo, dispuestas a ayudar y a dar a cambio de nada.
Te sorprende el espíritu de hermandad que reina entre los peregrinos, el saludo entre ellos siempre va acompañado de una sonrisa… algo raro hoy en día.
Y parece que todo lo bueno que tienes dentro sale a flote, para ir dejando en las cunetas (donde crecen, por cierto, las hortensias azulesJ) todo aquello que consideramos primordial en nuestra vida y que, realmente, es superfluo.
Es lo más parecido al Mindfullnes (Atención Plena, Parar la mente y ser Consciente del momento Presente) que conozco. Pero sin asistir a ninguna sesión en un sitio especializado… la sesión es intensiva, porque dura lo que dura el Camino… y el lugar, la ruta de las estrellas.
Así, la persona que empezó ese Camino, andando el primer día con su mochila al hombro, y la que llega a la Plaza del Obradoiro casi nunca  es la misma.
Es una persona transformada en la mejor versión de sí misma.
La llegada a Santiago, la Gloria para el peregrino, te provoca una sensación de plenitud difícil de explicar... Es un día feliz y triste a la vez. Una mezcla de satisfacción por un reto conseguido y melancolía por dejar de vagar por esos caminos, siguiendo la ruta de las flechas amarillas.
Porque la verdadera Meta es el Camino… cada paso, cada lugar, cada persona con la que te cruzas y, sobre todo, cada momento.
Y cuando este Camino te ha atrapado, sólo puedes empezar a preparar el siguiente.
Bendito Camino.

Vuelvo en nada, contando los progresos de los viejos muebles que estamos intentando recuperar para el proyecto que tenemos entre manos y que os conté aquí. Que también ha habido mucha brocha estas vacaciones…

Gracias por estar ahí.

Un beso y hasta pronto!!

 

2 comentarios:

  1. Todo el mundo, sea de la creencia que sea, de la nacionalidad que sea o de la edad que sea, me cuenta la misma sensacion del Camino.
    Es una asignatura pendiente que algún día cumplimentare.
    Gracias por compartir tu experiencia.
    Besitos

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  2. No dejes de hacerlo si te apetece... compensa con creces el esfuerzo.
    Muchas gracias por tu comentario. Un beso

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